Los hay entre hombre y mujer; entre padre e hijo;
entre amigos. Puede significar amor, pasión, contención, simplemente cariño, o
compasión. Lo cierto es que el abrazo es necesario, hace bien. Pero, ¿por qué?
En esta nota develamos la incógnita.
Los
hay entre hombre y mujer; entre padre e hijo; entre amigos. Puede significar
amor, pasión, contención, simplemente cariño, o compasión. Lo cierto es que el
abrazo es necesario, nos hace bien. Y las preguntas surgen, inevitables: ¿es
una simple trasmisión de emociones, en la que el contacto físico se impone, o
es un complejo proceso químico que nos despierta diferentes sensaciones? ¿Qué
rol ocupa el otro? ¿Cómo percibimos, nosotros, su significado?
“El abrazo es una conducta fraternal,
de ternura o de amor, que activa la función del apego, además de inhibir la
ansiedad social que produce la existencia de otro. El contacto de los cuerpos
incrementa sentimientos agradables de cariño, pasión, alegría, altruismo o
incita el deseo sexual”, explica el doctor Walter Ghedin, médico psiquiatra,
psicoterauta y sexólogo.
¿Por
qué los necesitamos?
Que los abrazos son fundamentales es
indiscutible. Y lo son en todas las etapas de nuestra vida. Estudios
científicos realizados con bebés y niños pequeños sostienen que la ausencia de
contacto físico no solo genera la muerte de neuronas en sus cerebros sino que,
también, impide la producción de una cantidad suficiente de hormona del
crecimiento dando lugar a un problema que se conoce como “enanismo
psicosocial”. Como si esto fuera poco, otras investigaciones recientes revelan
que los cerebros de los bebés que no son acariciados son un 20% más pequeños
que los de los que sí son cuidados con gestos afectuosos.
Pero a medida que los años pasan
seguimos necesitándolos. Y, tal vez, aún más. “Se ha comprobado que durante el
abrazo se liberan hormonas reductoras del estrés y potenciadoras de bienestar y
placer. La oxitocina (conocida como “la hormona del amor”) tiene el beneficio
de disminuir los niveles de cortisol (la hormona del estrés), por lo tanto,
baja la ansiedad, relaja, atenúa las preocupaciones, disponiendo los cuerpos
para el encuentro”, detalla Ghedin.
El
erotismo del abrazo
La oxitocina interviene en todo tipo
de apego o unión física. “En el área sexual se libera durante el juego previo,
la estimulación genital, la eyaculación y el orgasmo. Es una hormona que ayuda
a tomar la iniciativa y dispone el cuerpo y las emociones a la experiencia
erótica”, dice el profesional. Y agrega: “Se ha comprobado, además, que ayuda a
“olvidar” las conductas de aversión, favoreciendo al encuentro sexual en
personas fóbicas o temerosas”. El ritmo de secreción diario de esta hormona
tiene picos bajos durante la mañana y se incrementa durante la noche.
Además, “el abrazo libera también
endorfinas, que son péptidos secretados por la hipófisis ante diferentes
estímulos. Ellas son potentes analgésicos y potenciadores de los centros del
placer. Se incrementan con las caricias, el juego erótico, la risa, la
eyaculación y el orgasmo y producen sensación de bienestar”, detalla el doctor
Ghedin.
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