Lo
mejor para el niño no es hacerlo competir por la perfección sino darle apoyo
para ser creativo y saber enfrentar los problemas.
La
visión actual que tenemos sobre el éxito es un fracaso. Así de tajante es
Madeline Levine, doctora y psicóloga con más de 30 años de experiencia clínica
en orientación y educación, cuando se refiere al concepto de éxito que los
padres manejan en relación con sus hijos.
Para
Levine, la idea común de éxito ha llevado a los niños y adolescentes a estar
estresados, ansiosos, deprimidos y agotados, igual que sus padres. Esto, porque
se cree que un alto rendimiento académico, que los hijos accedan a las mejores
universidades y que logren trofeos deportivos, son sinónimo de triunfo total.
"Es
una creencia profundamente arraigada en la sociedad. Hay un grupo de personas
que fomentan el perfeccionismo, la competencia y el materialismo y con esa
actitud efectivamente están creando una población de adolescentes talentosos,
pero con problemas emocionales", dice Lavine. La educadora publicó
recientemente el libro Teach your children well ("Enseñe bien a sus
chicos"), que analiza la obsesión creciente de los padres por criar hijos
que sean exitosos.
Aunque
el éxito académico siempre será importante, se debería llamar "auténtico
éxito" a que los hijos puedan tener tiempo y energía para comprometerse en
el aprendizaje, desarrollar sus intereses y reforzar sus habilidades, dice
Levine.
Mónica
López, autora del sitio www.sanarte.cl y directora de la Sociedad Chilena de
Psicología Clínica, asegura: "Un niño exitoso es el que puede valorar lo
que tiene y puede lidiar con las frustraciones naturales de la vida sin
amargarse por cada cosa que no le resulta".
"El
trabajo de los adultos es respetar las habilidades únicas de cada uno de sus
niños, ofrecer asesoramiento y perspectiva. Una infancia saludable es la base
para convertirse en un adulto sano. Ningún niño puede darse el lujo de omitir
la infancia", dice la psicóloga norteamericana.
El
auténtico éxito de los niños y adolescentes es una motivación interna que
proviene de ellos mismos, pero también necesitan estímulos externos. "No
hemos podido modernizar el modelo de aprendizaje que tenemos y se ha convertido
en una barrera para que los niños puedan desarrollar sus habilidades",
opina Erika Castro, directora de Instituciones Familia Educa. La realización
personal, agrega, es lo que hace feliz a los pequeños y eso les permite desarrollar
sus valores y sus habilidades humanas y sociales.
Según
el libro, las habilidades que son importantes para el "éxito
auténtico" son la creatividad, el pensamiento innovador, la flexibilidad,
la capacidad de recuperación como respuesta al fracaso, las habilidades
comunicativas y la capacidad de colaborar.
Los
padres son el principal motor del desarrollo de sus hijos. Para lograr que
ellos alcancen el éxito auténtico, hay que dejar de lado la
"sobreparentalidad", la sobreprotección. Para Levine es necesario
"cambiar el foco protector y exigente por uno que sea una guía, que le
permita al niño sentirse apoyado, amado incondicionalmente, que le permita ser
curioso y desafiar su propia capacidad para que cree este conjunto de
habilidades". (El Mercurio / GDA)
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