Un parque
eólico al sur de Australia, sin relación con este estudio. | EL MUNDO
Teresa
Guerrero | Madrid
Con los
precios de los combustibles en alza y en pleno debate sobre el modelo
energético mundial, un equipo de investigadores estadounidenses sostiene que la
eólica sería capaz de satisfacer más de la mitad de la demanda mundial de
energía en las próximas décadas.
En un
estudio publicado en 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS),
Mark Jacobson, de la Universidad de Stanford, y Cristina Archer, de la
Universidad de Delaware, desarrollan un modelo teórico en tres dimensiones de
la atmósfera para calcular la cantidad de energía eólica que podría generarse
en 2030 si los gobiernos apostaran por ella. Según sostienen, esta fuente
renovable podría llegar a satisfacer buena parte de las demandas mundiales de
energía para ese año sin producir un impacto ambiental significativo.
Según sus
cálculos, aunque existe un límite en la cantidad de energía que puede generarse
a partir del viento, su potencial supera con creces las necesidades de
consumo. Y es que, aunque la cantidad de energía que se obtiene aumenta
proporcionalmente al número de turbinas instaladas, llega un momento en el que
la producción se satura. Aunque se instalen más turbinas, no aumenta la
cantidad de energía generada.
"De
las principales fuentes energéticas que pueden abastecer el planeta, sólo la
eólica y la solar pueden hacerlo por sí mismas. La generación de energía a
partir del sol no disminuye la fuente disponible. Sin embargo, algunos
[investigadores] habían argumentado que generar energía eólica podría afectar
la velocidad del viento, de manera que no se pudiera generar suficiente energía
para satisfacer las demandas mundiales. Queríamos probar esta hipótesis",
explica Mark Jacobson a ELMUNDO.es a través de un correo electrónico.
Según los
autores, aunque es cierto que cada turbina reduce la cantidad de energía
disponible para otras, estos efectos negativos sólo resultarían
significativos si se instalara un gran número de turbinas, muy superior al
necesario.
Cuatro
millones de turbinas
Hacia
2030, calculan los autores, los humanos necesitarán alrededor de 11,5
teravatios (Tw) de energía (generada por todas las fuentes de manera
combinada). Su modelo teórico en tres dimensiones, bautizado como GATOR-GCMON,
calcula la cantidad de turbinas que harían falta para abastecer la mitad de las
necesidades de la población, es decir, unos 5,75 teravatios.
Para
hacer la estimación, exploran varios escenarios con el objetivo de averiguar el
potencial de la energía eólica. Según sus cálculos, cuatro millones de turbinas
con una altura de 100 metros y una potencia de cinco megavatios generarían 7,5
teravatios de energía, bastante más de la mitad de la demanda mundial.
En la
actualidad, sólo hay instaladas algo más de un 1% de estas turbinas. Los
autores proponen colocar la mitad de los cuatro millones de unidades en el
agua. Los otros dos millones estarían en tierra firme, y ocuparían una
extensión equivalente al 1% de la superficie terrestre (la mitad del área
ocupada por el estado de Alaska). Los investigadores sugieren instalar los
parques eólicos en zonas muy ventosas situadas en distintos lugares del
mundo, como el desierto de Gobi, del Sahara o las llanuras de América.
Pero ¿es
realista esta estimación teniendo en cuenta que habría que instalar un 99% más
de turbinas de las que operan en la actualidad? "No es tan irrealista
si la sociedad decide que quiere hacerlo. Durante la II Guerra Mundial se
fabricaron en todo el mundo 800.000 aviones en un periodo de 5-6 años, así que fabricar
cuatro millones de turbinas 70 años después no entraña dificultades técnicas.
En la actualidad se producen entre 70 y 80 millones de coches cada año. Además,
lo que necesitaríamos es fabricar esta cantidad de turbinas en 30 años, lo que
supondría unas 133.000 cada año", afirma Jacobson.
Impacto
ambiental de la energía eólica
Según
este investigador, su estudio contradice las conclusiones de otras dos
investigaciones anteriores que rebajaban el potencial de la eólica. Según
sostenían esos dos 'papers', cada turbina roba energía a otras turbinas, a lo
que habría que sumar las consecuencias negativas para el medio ambiente de este
tipo de instalaciones, dos factores que contribuirían a que la valoración
global de esta fuente renovable no fuera tan positiva.
"Hemos
visto que las 'consecuencias dañinas' que enumeran otros, como temperaturas más
altas, no se daban, sobre todo, por la disminución del agua evaporada de la
superficie debido a las turbinas. Las turbinas eólicas reducen la velocidad del
viento, lo que a su vez disminuye la evaporación de agua. Debido a que
el vapor de agua es el mayor responsable del efecto invernadero causado de
forma natural, reducir esta evaporación necesariamente disminuye el efecto
invernadero y las temperaturas globales. Otros estudios sostenían lo contrario,
es decir, que las temperaturas aumentarían", recuerda.
Sin
embargo, la energía eólica también suscita críticas entre otros
sectores. Por un lado, los conservacionistas alertan del impacto ambiental que
puede causar en algunas especies animales, en particular en las aves, mientras
que al sector turístico le preocupa la alteración del paisaje como
consecuencia de la construcción de parques eólicos. La instalación de las
turbinas en lugares ventosos y aislados, como los que proponen los autores,
evitaría estos inconvenientes.
"No
estamos pidiendo que se coloquen turbinas en todas partes. Pero sí hemos demostrado que no
hay barreras para obtener la mitad de la energía que necesita la Humanidad o
incluso para satisfacer varias veces toda la demanda mundial. Su potencial está
ahí si construimos las turbinas necesarias", asegura.
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