Un hombre vive sin corazón hace cuatro meses
Tenía un tumor maligno en el corazón y no podían trasplantarlo. Le extirparon el órgano y le hicieron una cirugía sin precedentes. Puede hasta jugar al golf.
Ese hombre no tiene corazón. La frase no se refiere a alguien malvado o despiadado, sino al checo Jakub Halik, el primer hombre del mundo que sobrevive desde hace casi cuatro meses -literalmente- sin corazón.
En marzo, este hombre fue sometido a una cirugía de altísima complejidad para extirparle el corazón y reemplazarlo por dos bombas sin válvulas cardíacas. Es decir, no tiene pulsaciones ni se trata de un corazón artificial.
Halik, un bombero de 37 años, tenía un tumor maligno en el corazón y la única alternativa que tenía -en lugar de un trasplante inmediato- era el implante de las bombas, una que manda la sangre por la aorta y la otra, a los pulmones.
"Está contraindicado hacer un trasplante cuando hay en el corazón un tumor maligno", porque los medicamentos para evitar el rechazo de un órgano donado apoyan el proceso tumoral de las células, explicó Jan Pirk, el cardiólogo que realizó la cirugía.
Halik fue operado el 3 de marzo, en una intervención que duró unas ocho horas y permaneció 17 días en coma artificial.
"El paciente sigue hospitalizado ya que tuvo que permanecer cierto tiempo en coma artificial. Poco a poco se está rehabilitando para recuperar su musculatura. No se puede bañar, sólo duchar y tiene que tomar anticoagulantes al igual que pacientes tras una sustitución de la válvula mitral. Por el momento, todo se está desarrollando sin complicaciones", señaló el médico.
Antes que él, esta novedosa técnica sólo se había practicado a un hombre de Texas (Estados Unidos), que sin embargo falleció poco después.
El equipo médico considerará exitosa la operación "si el tumor no se extiende y si el paciente sobrevive hasta que le hagamos un trasplante de corazón", explicó Pirk.
"Por eso debemos esperar todavía entre seis y nueve meses", precisó el cardiólogo del Instituto de Medicina Clínica y Experimental de Praga (IKEM).
"El paciente no tiene pulso sensible. Se creía que sin esto no se puede vivir, y se ha mostrado que sí se puede vivir sin pulso", afirmó orgulloso Pirk.
Lo más difícil del procedimiento fue fijar la presión de bombeo de cada uno de los dispositivos, pues la sangre que va a los pulmones debe tener menor presión para que éstos no se irriten.
El único inconveniente para Halik es cargar con las pilas bajo los brazos, "al igual que James Bond lleva los revólveres", bromeó el cirujano, que se ha convertido en una estrella en su país.
La incomodidad de cargar con las baterías es mínima: no se ven, no pesan mucho y duran entre 8 y 12 horas, mientras que el equipo regulador se lleva como una riñonera.
En el caso de Halik, las frecuencias de bombeo están fijadas para una actividad normal, no para correr, hacer deporte ni subir por una escalera. "No es capaz de reaccionar al esfuerzo", dijo Pirk.
Los primeros intentos de bomba artificial colocada fuera del cuerpo para apoyar al corazón durante cortos períodos de tiempo datan de la Segunda Guerra Mundial y se utilizan desde 1953.
El primer implante de bomba se hizo en 1968, si bien "no se ha llegado (a uno) tan desarrollado como éste hasta estos últimos diez años", recordó Pirk, candidato al galardón Cabeza checa, el más prestigioso en la esfera de la ciencia y la tecnología en el país centroeuropeo.
La calidad de vida tras la operación tiene una limitación: "No pueden nadar, sólo ducharse. Pueden jugar al golf, o al ajedrez, pero seguro que no pueden correr un maratón", explicó el médico.
Otro de los inconvenientes de este tipo de tratamiento es el costo. Las bombas cuestan 80.000 euros por unidad, a lo que hay que agregar los gastos de la operación, lo que deja toda la intervención en unos 250.000 euros.
Esta cantidad es, a pesar de todo, bastante más accesible que la que supone implantar un corazón artificial, y además este sistema tiene, según el experto, una vida útil mucho mayor.
Cuando la bomba se utiliza como apoyo del ventrículo izquierdo -es decir, sin extirpar todo el corazón- hay pacientes que viven con ella al menos siete años. Son ya cien los dispositivos que, desde el año 2003, se han implantado en el prestigioso instituto médico de Praga. Pero hasta ahora, ningún paciente había logrado sobrevivir sólo con las dos bombas.
En marzo, este hombre fue sometido a una cirugía de altísima complejidad para extirparle el corazón y reemplazarlo por dos bombas sin válvulas cardíacas. Es decir, no tiene pulsaciones ni se trata de un corazón artificial.
Halik, un bombero de 37 años, tenía un tumor maligno en el corazón y la única alternativa que tenía -en lugar de un trasplante inmediato- era el implante de las bombas, una que manda la sangre por la aorta y la otra, a los pulmones.
"Está contraindicado hacer un trasplante cuando hay en el corazón un tumor maligno", porque los medicamentos para evitar el rechazo de un órgano donado apoyan el proceso tumoral de las células, explicó Jan Pirk, el cardiólogo que realizó la cirugía.
Halik fue operado el 3 de marzo, en una intervención que duró unas ocho horas y permaneció 17 días en coma artificial.
"El paciente sigue hospitalizado ya que tuvo que permanecer cierto tiempo en coma artificial. Poco a poco se está rehabilitando para recuperar su musculatura. No se puede bañar, sólo duchar y tiene que tomar anticoagulantes al igual que pacientes tras una sustitución de la válvula mitral. Por el momento, todo se está desarrollando sin complicaciones", señaló el médico.
Antes que él, esta novedosa técnica sólo se había practicado a un hombre de Texas (Estados Unidos), que sin embargo falleció poco después.
El equipo médico considerará exitosa la operación "si el tumor no se extiende y si el paciente sobrevive hasta que le hagamos un trasplante de corazón", explicó Pirk.
"Por eso debemos esperar todavía entre seis y nueve meses", precisó el cardiólogo del Instituto de Medicina Clínica y Experimental de Praga (IKEM).
"El paciente no tiene pulso sensible. Se creía que sin esto no se puede vivir, y se ha mostrado que sí se puede vivir sin pulso", afirmó orgulloso Pirk.
Lo más difícil del procedimiento fue fijar la presión de bombeo de cada uno de los dispositivos, pues la sangre que va a los pulmones debe tener menor presión para que éstos no se irriten.
El único inconveniente para Halik es cargar con las pilas bajo los brazos, "al igual que James Bond lleva los revólveres", bromeó el cirujano, que se ha convertido en una estrella en su país.
La incomodidad de cargar con las baterías es mínima: no se ven, no pesan mucho y duran entre 8 y 12 horas, mientras que el equipo regulador se lleva como una riñonera.
En el caso de Halik, las frecuencias de bombeo están fijadas para una actividad normal, no para correr, hacer deporte ni subir por una escalera. "No es capaz de reaccionar al esfuerzo", dijo Pirk.
Los primeros intentos de bomba artificial colocada fuera del cuerpo para apoyar al corazón durante cortos períodos de tiempo datan de la Segunda Guerra Mundial y se utilizan desde 1953.
El primer implante de bomba se hizo en 1968, si bien "no se ha llegado (a uno) tan desarrollado como éste hasta estos últimos diez años", recordó Pirk, candidato al galardón Cabeza checa, el más prestigioso en la esfera de la ciencia y la tecnología en el país centroeuropeo.
La calidad de vida tras la operación tiene una limitación: "No pueden nadar, sólo ducharse. Pueden jugar al golf, o al ajedrez, pero seguro que no pueden correr un maratón", explicó el médico.
Otro de los inconvenientes de este tipo de tratamiento es el costo. Las bombas cuestan 80.000 euros por unidad, a lo que hay que agregar los gastos de la operación, lo que deja toda la intervención en unos 250.000 euros.
Esta cantidad es, a pesar de todo, bastante más accesible que la que supone implantar un corazón artificial, y además este sistema tiene, según el experto, una vida útil mucho mayor.
Cuando la bomba se utiliza como apoyo del ventrículo izquierdo -es decir, sin extirpar todo el corazón- hay pacientes que viven con ella al menos siete años. Son ya cien los dispositivos que, desde el año 2003, se han implantado en el prestigioso instituto médico de Praga. Pero hasta ahora, ningún paciente había logrado sobrevivir sólo con las dos bombas.
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