Sin vacaciones, la familia dicta clase todo el año
Por Teresa Morresi / Especial para Buena Vida
Con el colegio entre
paréntesis, los chicos tienen todo el tiempo libre y los padres necesitan
reacomodar sus rutinas para compartir con ellos y ayudarlos a disfrutar, sin
olvidar el ejercicio del límite que, aunque se enojen, tanto necesitan
El contacto directo con el entorno natural es una
buena alternativa para divertirse en familia.
17/07/12 - 19:57
“Vacaciones de invierno, el descanso tan esperado.
Los chicos, luego de meses de colegio, ansían sus vacaciones, que les dan un
descanso de los horarios y rutinas, del aprendizaje y la concentración que el
estudio requiere”, comenta la médica psicoanalista Laura Orsi, miembro de la
Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
El tiempo de vacaciones se disfruta, aunque, a
veces, los padres o los mayores a cargo no saben bien qué hacer o cómo
manejarse con ellos cuando no hay un viaje previsto. Aquí, una serie de
consideraciones de la especialista
* Es muy importante que los chicos puedan
levantarse más tarde de lo que venían haciendo, ‘remolonear un rato’ antes de
salir apurados y estresados para cualquier otra actividad, desayunar tranquilos
y, sobre todo, jugar solos o en grupo mientras los padres trabajan. Jugar
permite experimentar los cambios, utilizar los conocimientos adquiridos,
improvisar situaciones y poner a prueba el ingenio con el desarrollo de las
fantasías y la creatividad.
* Las vacaciones son un momento propicio para
realizar programas diferentes con ellos: ir al teatro, al cine, al zoológico, a
una granja, o leerles cuentos antes de ir a dormir.
* No se puede dejar a los chicos en total libertad.
“Cuando los padres trabajan hay que prepararse para organizar actividades y
administrar ese tiempo de descanso. Hay que considerar que el gran refugio es
la electrónica. Pero así como son maravillosas las posibilidades que ofrece,
también es una propuesta con riesgos, por el exceso de uso. Esto implica
decidir momentos y formas de empleo".
¿Cómo protegerlos de la fascinación sin límites?
"Aquí, la tarea de los padres es acompañar, planear juntos, proponer. En
estos días libres, se modifican los hábitos, aparecen el placer, conductas
nuevas y pueden surgir situaciones de riesgo. La mirada atenta de los adultos
es fundamental”, explica Susana Barilari, psicóloga especializada en vínculos y
directora de la Fundación Proyecto Cambio.
Tampoco hay que abusar de las actividades
programadas porque los extremos producen estrés o distrés. “Muchos niños no
saben jugar, se sienten tristes y comienzan con demandas del tipo 'comprame tal
o cual cosa', pedidos interminables que en realidad obedecen a algún intento
frustrado de llamar la atención de sus padres o, generalmente, a carencias
afectivas”, aclara Orsi.
Una manera de compartir durante las vacaciones es
hacerlos participar a diario en actividades cotidianas, desde la preparación de
un asado o una ensalada o cocción del pan hasta el arreglo de algún lugar de la
casa, siempre valorando la participación y estimulándolos a realizarla.
¿Y si aparece la negación constante de su parte?
"Se puede desarticular el mecanismo modificando la forma de actuar de los
mayores, ya que muchas veces la negativa se instala porque los adultos han
perdido jerarquía, o incluso los roles están confundidos", destaca Orsi,
que detalla algunos puntos:
* Los papás a veces tienen la cabeza tomada por el
chico. No se animan a poner límites por temor a perder el amor. Pero no deben
temer, ya que eso no ocurre, es una fantasía.
* Los primeros signos de pérdida de autoridad se
manifiestan cuando los grandes comienzan a gritar. Hay que tener en cuenta que
si no hay consecuencias ante conductas negativas, no se realizará ningún cambio
y comenzarán a sumarse conductas negativas.
* Para facilitarles el aprendizaje de lo que se
debe o no hacer es preciso generar consecuencias por el incumplimiento. Cuando
uno pasa un semáforo en rojo aparece la multa. Los chicos deben detenerse
cuando la orden es clara.
* En la actualidad, una de las consignas parece ser
ayudar a los padres para que recuperen el lugar que perdieron en la crianza
través de talleres de reflexión, espacios de encuentro donde puedan recuperar
su poder, transmitir valores e ideales de vida.
“Los padres parecen haberse distraído. Por miedo a
tomar una postura autoritaria conceden, ceden, permiten sin límites e ignoran
el alivio que sienten los chicos cuando el límite es claro. Hoy, muchos son
como hermanos o como amigos. Eso no es correcto. Desdibuja la jerarquía, el
orden, la organización e impacta en todos lados porque no hay aprendizaje del
orden. La educación del hábito corresponde a la familia, que dicta clases todo
el año y no se toma vacaciones", culmina Barilari.
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