Los que mueven la cola y también nos alegran la vida
Convivir con un perro es
positivo para gente de toda edad, ya que ayudan a combatir el estrés, facilitan
la comunicación y son la mejor excusa para mantenerse en forma.
Las mascotas permiten que los
chicos se contacten con el ciclo de la vida
Disminuyen el sentimiento de soledad, dan
confianza, seguridad, protección y estimulan el contacto físico y la
comunicación. Además, incrementan la autoestima, son una constante fuente de
motivación y mejoran el humor. Y como si esto fuera poco, ayudan a estar en
forma, ya que los dueños deben sacarlos a pasear diariamente y se ven obligados
a caminar y estar en actividad.
Por todos estos beneficios, los perros están
considerados como una medicina preventiva. Numerosos estudios han demostrado,
por ejemplo, que cuando se los acaricia la tensión arterial se reduce, además
de producir efectos relajantes en el organismo. Y es que, sin duda, ellos son
un antídoto contra el estrés y una fuente inagotable de amor y compañía. Aunque
no haya estadísticas rigurosas, la Cámara de Empresas de Nutrición Animal
calcula que en la Argentina hay 9 millones de perros y 3,5 millones de gatos.
Muchos psicólogos y psiquiatras coinciden en que
los perros pueden ser verdaderos pilares de la educación de los chicos, de su
desarrollo socioemocional y de su autoestima, ya que a través de ellos
aprenderán responsabilidades.
Si los padres comparten con sus hijos el cuidado
del perro de la familia, los más pequeños aprenderán a cuidar y alimentar al
animal que depende de ellos. Por supuesto, existen tareas que no resultan
adecuadas para todas las edades, aunque siempre existirá una que puedan
realizar.
“Las mascotas son de gran valor educativo, no sólo
por el afecto incondicional, el juego y la comunicación no verbal, sino porque
además crean hábitos de responsabilidad y permiten a los niños conectarse con
otras formas de vida”, explica la médica psiquiatra Graciela Moreschi.
“Los 2 o 3 años son ideales para comenzar a criar
una mascota. Les dará a los chicos una mayor seguridad emocional, social y de
cierto compromiso. La mascota es, además, un refugio en los momentos críticos
en los casos donde existen conflictos parentales”, agrega el psiquiatra Eduardo
Grande, miembro de la Asociación Argentina de Profesionales de la Salud Mental.
Comunicación
virtual vs. real
Hoy, la niñez vinculada a un entorno natural está
en vías de extinción. Los chicos se interesan más por las imágenes y juegos de
la computadora, la playstation o la televisión, y el tiempo libre se desarrolla
dentro del hogar. El perro obliga a otro tipo de juego, a una comunicación real
con inclusión de todos los sentidos.
Es importante que cuando llega un animal a la
familia se repartan funciones. “No se debe permitir que por jugar, estar
mirando tele o por otra excusa, el chico no se ocupe del animal. Cuando no está
para hacerse cargo, hay que enseñarle a que cambie con otro la tarea o, al
menos, se ocupe de pedirle a alguien que la realice por él. Si se le permite
que se vaya o deje de hacer lo que le corresponde supliéndolo sin decirle nada
no se está aprovechando la oportunidad de hacerlo responsable”, destaca
Moreschi.
Otro aspecto muy importante es que las mascotas
ponen a los más chicos en contacto con el ciclo de la vida. “Una persona que
está en contacto con los animales acepta mejor la muerte, propia y de los
otros”, culmina Moreschi.
Adultos
estimulados
También existen estudios que demuestran que los
perros pueden contribuir a mejorar la calidad de vida de los adultos después de
algún tiempo de convivencia.
“Uno de los primeros cambios que arrojó el estudio
se relacionó con una mejoría en el ánimo y la salud física. Muchas de estas
personas, que sufrían algún tipo de depresión y mostraban poco interés por su
propio cuidado, comenzaban rápidamente a ocuparse de sus animales, lo que
redundaba en un mayor cuidado de sí mismas”, explica el veterinario Claudio
Gerzovich Lis, especialista en comportamiento canino y felino.
Por otra parte, entre los aspectos más interesantes
relacionados con la tenencia de un perro en la etapa adulta figura la
posibilidad que tienen los propietarios de establecer comunicación con otras
personas. Los perros tienen la capacidad de actuar como facilitadores sociales,
es decir, que favorecen la iniciación de un vínculo entre personas que no se
conocen.
Cómo elegirlo
Antes de adquirir un perro es esencial tener en
cuenta que el carácter depende de factores genéticos, pero también del
aprendizaje, por lo que la educación que reciba el cachorro será de vital
importancia para su comportamiento en la adultez.
Según los especialistas, no hay una raza ideal para
chicos, ya que conviene analizar el estilo de vida de la familia, los horarios,
si hacen deportes o no, y el espacio físico, entre otros.
“Existen razas de pastoreo, ágiles, fuertes y
siempre dispuestas a aprender; razas de guardia, con una imponente actitud
protectora frente a cualquier alerta, y razas de compañía, que esencialmente
buscan la mayor parte del tiempo estar muy cerca de sus dueños”, explica
Florencia Baguear, medica veterinaria.
Ninguna reúne los requisitos para satisfacer las
necesidades de todas las personas. “En general, las razas de tamaño pequeño y
mediano son las más buscadas para compañía de niños (Caniche, Beagle, Bichón,
Cocker y Bretón, mini Schnauzer, entre otras), con algunas excepciones, pero lo
más importante es el individuo dentro de esa raza, ya que cada cachorro tiene
un temperamento particular”, explica el veterinario Fernando Catrina.
Por su parte, el comportamiento de los perros
mestizos depende básicamente de las razas de las cuales provienen, por lo que
sería poco válido referirse al perro mestizo en general.
“Sin duda, esto no significa que estos perros sean
peores que los de raza en su comportamiento, ya que, a decir verdad, son
innumerables los ejemplos que demuestran que no sólo pueden tener las mismas
cualidades, sino que también pueden ser mejores”, agrega Gerzovich Lis. Y a la
hora de elegir el sexo, “a los dueños primerizos y a las familias con niños tal
vez les convenga optar por una hembra, porque usualmente, los machos tienen más
problemas de conducta y son más agresivos”, concluye Eugenia Lustig, la
veterinaria de Nestlé.
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