Tuesday, July 3, 2012

BUENA VIDA / ESPIRITUALIDAD - ARGENTINA


La Luna y nosotros

En el simbolismo astrológico, ella corresponde a los deseos inconscientes y el niño interior. Su connotación nocturna nos permite tomar contacto con nuestra parte más instintiva, nuestros talentos y nuestra capacidad para ser felices.


Aún hoy, el carácter nocturno de la Luna es leído, a veces y erróneamente, desde lo negativo

Aún hoy, el carácter nocturno de la Luna es leído, a veces y erróneamente, desde lo negativo

La Luna, fuente perenne de inspiración de los poetas, lumbrera de los míticos lobizones y aquelarres medievales, reguladora de las mareas… ¿qué relación guarda con la astrología?

Mucha. Los primeros testimonios arqueológicos existentes de la humanidad son el registro de sus fases, y los orígenes de la Astrología son lunares, inclusive en la definición del Zodíaco.

Durante siglos fue el indicador primordial del temperamento de una persona, tal como sigue siéndolo hoy en la astrología de la India.

¿Un caso de misoginia?
Sin embargo, fue desterrada no sólo por el auge de la Astrología Solar del siglo XX en los medios masivos, sino por la tendencia de las escuelas esotéricas que albergaron su renacimiento en el siglo anterior a sobrevalorar al Sol como símbolo soberano del espíritu, la voluntad y la consciencia (y del varón, en una veta inconfundiblemente machista).

Actitud proveniente de Platón y los poderosos mitos solares egipcios, persas y griegos, que luego asumirían los emperadores romanos y su sucesora, la iglesia cristiana. El modelo heliocéntrico de Copérnico y “las luces” del racionalismo renacentista continuaron con esa misma línea, que veía en las oscuridades comandadas por la Reina de la Noche valores puramente negativos que tendrían su culminación en el inconsciente freudiano.

La mala de la película
Por ello, si bien casi toda corriente astrológica considera a la Luna como un indicador importante del carácter a la par del Sol y el Ascendente, a veces se la percibe como una parte primitiva de nuestra personalidad. Se la considera marcada por condicionamientos infantiles que se repiten luego reactivamente en forma descontextualizada, estados de humor irracionales o necesidades inmaduras inconscientes que nos llevan a manipular subliminalmente a los demás o a nuestra propia voluntad para satisfacerlas. Definitivamente, algo que debiéramos “superar”.

La fuente de la felicidad
En esta sobrevaloración maniqueísta del Sol en desmedro de la Luna, se pierde de vista que su connotación “nocturna” nos permite tomar contacto con nuestra parte instintiva y nuestra emocionalidad profunda, haciéndonos seres más completos. Y que ese automatismo que se le asocia puede también ser leído como espontaneidad y facilidad con lo vinculado al signo en que se halla, claramente reflejado en capacidades o talentos no siempre explotados.

No podemos “superar” nada de nuestro cielo natal, ya que seguirá estando ahí, sino que podemos reconocerlo y, aceptándolo, potenciar sus costados más constructivos y creativos.

Se suele asociar a la Luna con lo infantil y, por ello, también simboliza al Niño Interior, que porta consigo la sabiduría de la inteligencia emocional.

Sólo cuando cuidamos de nosotros mismos satisfaciendo las necesidades de ese Niño juguetón y creativo, aunque caprichoso, podemos acceder a ese espacio legítimo que todos merecemos y que se llama Felicidad.

Luna, Sol, Ascendente
Supongamos el signo de Escorpio, al que entre otras cosas asociamos con el conflicto casi insoluble que surge de intentar fusionarse dos entidades diferentes, sea una persona con otra (física o emocionalmente), con un grupo o con otra instancia.

Esta conflictividad da un sello característico de intensidad y de gran plenitud en el caso de lograr esa compleja fusión.

Sol en Escorpio puede buscar deliberada y conscientemente esa fusión, asumiendo plenamente la noción de conflicto. Un Ascendente quizás también, pero de un modo menos consciente o reflexivo, de modo que muchas veces tendrá actitudes conflictivas que no reconocerá en sí mismo y se verá envuelto en conflictos de gravedad, conflictos que a veces la vida le impondrá de un modo particularmente dramático, sorpresivo y no buscado.

La Luna en Escorpio ya siente desde siempre esa intensidad y quizá tienda de un modo tan inconsciente como el Ascendente a involucrarse en situaciones de compleja amalgama con los otros.

La diferencia es que aquí surge de una necesidad emocional: en la medida en que la Luna se asocia con la nutrición, esta Luna se nutre del conflicto y de la intensidad emocional. Puede reaccionar de un modo sumamente defensivo y desconfiado, ya que percibe potencialmente peligro, pero esas reacciones a veces ser completamente inadecuadas a la situación.

Más allá de estos rasgos incómodos, hay un talento potencial para amalgamar a otras personas y a sí misma con ellas en proyectos poderosamente movilizadores, con facilidad para poder sobrellevar los conflictos que naturalmente esto suele conllevar y gran espontaneidad para responder a ellos creativamente.

Si la necesidad profunda de este Niño Interior es lograr fusiones potentes, incluyendo y superando los obstáculos, en ese tipo de vínculos y actividades encontrará su felicidad y su paz interior.

Aprendiendo sobre nuestro cielo natal
Si sabemos nuestra hora natal, es muy útil enterarnos a través de algún servicio de la web, tal como http://www.astro.com/horoscopo, en qué signo se halla nuestra Luna, así como por supuesto el Ascendente: abrirá nuevas perspectivas en nuestro autoconocimiento y desarrollo personal.

Palabras clave de la Luna: necesidades, emoción, humor, demandas afectivas, reacciones, deseos inconscientes, autocuidado, inteligencia emocional, facilidad, comodidad, espontaneidad, talento, niño interior, satisfacción, felicidad.

Jerónimo Brignone es presidente y director del Caba, Fundación Centro Astrológico de Buenos Aires, entidad con más de 50 años de actividad y reconocimiento internacional. También dicta clases en la UBA


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